En 1954, Sebastià Gasch se acordaba de la memorable Semana Andaluza de 1930 y de una de sus ilustres participantes, Carmen Amaya, La Capitana:
Mezclada con aquellas mujeres bravías, talles mimbreños y desplante dramático y bronco en sus brazos gitanos, ojos donde llameaba la luz de hoja de gumía moruna y redoble torero en los pies, había una gitanilla que apenas contaba doce años de edad. Gitana de pura cepa. Desde la raya del pelo hasta los talones que se encendían en una rabiosa batería. Prontamente se sentía subyugado, dominado el espectador por las feroces dislocaciones de caderas de aquella chiquilla, por la bravura y fiereza de sus vueltas quebradas, por su nervio que la crispaba en dramáticas contorsiones.
El artículo apareció en la revista Menaje. Revista para el hogar, que se editaba en Barcelona, en septiembre de 1954.