Rosita Rodrigo en El Patio del Farolillo

Rosa Rodrigo Gómez (Valencia, 5-1-1891 – Barcelona, 1-4-1959) conocida por su nombre artístico Rosita Rodrigo fue una cantante, actriz, bailarina y, en el caso que me ocupa, gerenta del tablao flamenco más famoso del momento en Barcelona. Me refiero al Patio del Farolillo, dentro del Pueblo Español de Montjuïc, en 1929. Como me ha contado su bisnieta Claudia (¡gracias!), Rosita nació en una familia valenciana de buen pasar que le proporcionó estudios de canto en Milán. Sus cualidades vocales e interpretativas unido a una belleza que no dejó indiferente a nadie que la conoció la convirtieron en una vedette de fama. En la temporada de la Exposición de Barcelona, Rosita estaba actuando en la revista She-She del Teatro Cómico y lo compaginaba con lo que ahora llamaríamos hacer de relaciones públicas del Patio del Farolillo. La belleza y simpatía de Rosita, junto al buen nivel flamenco del tablao, hicieron del Patio del Farolillo uno de los locales de moda en 1929.

Rosita Rodrigo en la puerta del Patio del Farolillo, foto de Brangulí, 1929.

El cuadro flamenco iba cambiando el elenco dependiendo del día, pero era Juanito el Dorado el que llevaba la parte artística y se encargaba de la contratación. Entre los asiduos tenemos a Pepita Oriente, Encarna la Sevillanita, Micaela la Mendaña, Virtudes la Sevillanita, la Palmira, Niño de Triana, el Tobalo, Niño de Lucena, el Valenciano, Pituiti, y el Rubio.

Rosita Rodrigo en El Patio del Farolillo, fotos de Gabriel Casas, 1929.

Ángel Zúñiga escribió un sucinto resumen de su intensa y agitada vida, digna de la mejor película o de una novela con intrigas. De su libro Mi futuro es ayer, Espejo de España, Planeta, 1983, página 65, dentro del capítulo titulado “Años de aprendizaje (1926-1931)”.

La segunda ocasión en que vi a Primo de Rivera tuvo lugar en el Patio del Farolillo del Pueblo Español, en la Exposición de Barcelona. A la vista del público, estaba abrazado a Rosita Rodrigo, quien regentaba el lugar flamenco. Rosa Rodrigo fue vedette de revista de presencia descomunal. Hermosa, de simpatía arrebatadora, inteligente, llena de ingenio vivaz y desbordante, siempre creí que vivía encadenada a un mal fario. La traté mucho en la posguerra. Seguía siendo la misma, si bien los años se habían cobrado buenos réditos en sus bellezas. Modelo femenino que corona de laurel la estatua de Teodoro Llorente en el monumento en Valencia. Contaba con una existencia de amores y amoríos tumultuosos. Hizo bien. Hasta hubo un crimen pasional de celos por su culpa. Aseguraba Rosa que en cierta ocasión, estando con Alfonso XIII, le obligó a que le recogiera del suelo las perlas sueltas de su collar. En su casa guardaba un retrato de Primo de Rivera en que la saludaba militarmente a su paso, a la vez que le miraba las piernas. Todo era posible con ella. Fue Ave de Paso, como cantaba en una revista de Sugrañes en el Cómico, Muñequita de trapo, tal como aseguraba en otro espectáculo musical de Novedades, firmado por Velasco, o la heroína del charlestón de la hora con el reloj, que ya no la navaja en la liga.

En el siguiente vídeo (brevísimo) podemos ver otra escena de la sonada visita de Alfonso XIII al Patio del Farolillo, sentado junto a Rosita Rodrigo, mientras la bailaoras actúan:

Unas escenas parecidas, del mismo día, se pueden ver en el documental “Carmen Amaya. La Capitana“, a partir del minuto 22:55 y hasta el 23:40.

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